La mirada de los peces (minirelato)






Tengo predilección por los sitios lujosos y, en especial, por los lugares con un encanto especial. Parece que este restaurante de Maldivas, el Hilton submarino, responde a mis espectativas.
Imagino una cena romántica rodeada de tiburones, lubinas, peces espada y otras muchas especies, cuyo nombre desconozco. Imagino cenar pescado para que los peces que miran desde fuera sean capaces de disfrutar intensamente de su buen destino. La libertad es la felicidad del ser humano y supongo que, en este caso, también la del pez. Imagino también que fuese al revés y que fuesen los peces los que estuviesen dentro y que fuésemos nosotros, los que revestidos de neopreno, estuviésemos fuera disfrutando de nuestra libertad, mientras alguien se hubiese convertido en una masa de placton cuyo único fin consistiera en alimentar a esos  animales vertebrados acuáticos, ectotérmicos, la mayoría de ellos recubiertos por escamas, y dotados de aletas, que permiten su desplazamiento en los medios acuáticos, y branquias, con las que captan el oxígeno disuelto en el agua.
 Les miro las branquias; observo el oxígeno disuelto en el agua; me ahogo; no puedo soportar la presión. Me miran con sus ojos acuosos y me siento tan observada que me pongo en pie, los latidos de mi corazón golpean frenéticamente, el espanto se apodera de mis movimientos y empiezo a golpear el cristal para que no me miren, para que los peces no quieran ser como yo y, mientras golpeo y alguien me sujeta para que no siga haciéndolo, el cristal se rompe en mil pedazos, el agua se apodera repentínamente del espacio, del aire que respiro. Los peces me hacen cosquillas y la explosión me devuelve al otro lado de mi ordenador desde el que escribo esta miniparanoia inspirada en una imagen de uno de los restaurantes más bellos del mundo. ¡Absurda imaginación! ¡Siempre se apodera de mí y no me deja ni disfrutar!
(Minicuento de Ascension Badiola)
http://luxumconcepts.blogspot.com.es/2010/11/restaurante-submarino-ithaa-maldivas.html