El Centro Dramático Nacional (CDN) y Tanttaka Teatroa han
presentado este sábado en el Teatro Barakaldo La calma mágica.
Alfredo Sanzol, el autor de La calma mágica, es de Pamplona y empezó en esto del teatro de muy
joven. Hoy en día es autor y director y algunas de sus obras han sido nominadas
para los premios Max. El Centro Dramático Nacional (CDN) vuelve a presentar una
de sus obras en la que el autor destripa nuestra sociedad y la búsqueda eterna
del bufón. No importa quién sea el personaje sino el espectáculo que éste
ofrece y la risa que provoca. Eso es en esencia lo que la Humanidad ha venido
haciendo a lo largo de los siglos, ´reírse de los demás, solo que hoy se hace
con tecnología y lo que es peor, puede hacerlo cualquiera y en cualquier
situación con la simple ayuda de un móvil. Realidad y ficción se conjugan de
forma original, con un guión atractivo sobre un tema actual, además de
divertido, a lo largo de una hora cuarenta minutos.
Pero quién mejor para explicar la obra que su propio autor,
quien la resumen así:
“Oliver es un hombre que quiere cambiar de vida.
Durante una entrevista de trabajo su futura jefa le ofrece
probar unos hongos alucinógenos. Oliver comienza a ver que en el futuro se
quedará dormido delante del ordenador y que un cliente le grabará con el móvil
dando cabezadas. Oliver querrá que el cliente borre ese
vídeo del móvil y el cliente no querrá. De la lucha de dos cabezones nace esta
historia de búsqueda de la dignidad y del sentido de la vida.
Un viaje iniciático que nos va a llevar a África, a los
elefantes rosas, al amor, a la obsesión, a los allanamientos de morada, a las
escopetas de caza, al alcohol, a la traición, a los sueños robados y a los
manantiales de los que surge el agua de la vida.
La calma mágica está dedicada a mi padre, al deseo de poder
volver a hablar con él, y al rechazo de que las personas se vayan para siempre.
También al placer de recordar historias como ésta: Cuando mi padre vivió en
Tejas se hizo amigo de una pareja de rancheros que habían perdido a un hijo
recientemente. El chico tenía más o menos la misma edad de mi padre y se le
parecía muchísimo. Se le parecía tanto que los rancheros le hicieron la
siguiente oferta: Si se quedaba a vivir con ellos, le dejarían el rancho en
herencia.
Creo que a mis personajes les pasa lo mismo que al personaje
de Mishima y "a medida que transcurre el tiempo, los sueños y la realidad
llegan a tener el mismo valor entre los recuerdos. Todo lo que ha sucedido en
la realidad se mezcla con lo que pudo suceder. Y, como la realidad deja
rápidamente el espacio a los sueños, el pasado se parece cada vez más al
futuro".
La escenografía a cargo de Alejandro Andújar nos presenta un
espacio vacío de muebles, excepto por una mesa y dos sillas, un entarimado de
madera clara, con apenas un recuadro que permite ver lo que hay detrás. El
resto lo hacen las luces, la música (Iñaki Salvador), los cambios de escena y
de ambiente en semipenumbra y como atrezzo principal, la carcasa de un elefante
rosa (Oscar), que permite imaginar el ambiente de safari de Kenia. No quiero
dejar a un lado al espectador, que en el caso del teatro es un público
inteligente que ha de poner de su parte para imaginar lo que los actores
escenifican.
Iñaki Rikarte representa a Oliver con credibilidad y logra
que el público empatice con él. Los demás actores en castellano son: Sandra
Ferrús (Olivia), Mireia Gabilondo (Olga), Aitziber Garmendia (abogada) y
Martxelo Rubio (Martin, el que graba el vídeo). En la obra en euskera, a partir
de la traducción de la obra por Harkaitz Cano, los actores son: Itziar Ituño,
Mireia Gabilondo, Aitziber Garmendia, Jose Kruz Gurrutxaga y Martxelo Rubio.
Una hora cuarenta minutos para reflexionar sobre un problema
que puede sucederle a cualquiera. En el Teatro se resuelve como ha querido su
autor, pero ¿y en la realidad?