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LA escritora Ascensión Badiola ha seguido la pista de las mujeres republicanas llevadas a prisión durante el franquismo. Entre ellas hay salmantinas. En su libro “Individuas peligrosas”, que se centra en la cárcel de mujeres de Amorebieta entre 1939 y 1947, menciona a Camille María Pouzet, nacida en la localidad francesa de Vichy y domiciliada en La Alberca, donde estaba casada con un salmantino. “Da con sus huesos en la cárcel”, apunta, “por haber redactado en francés una carta que, a juicio del teniente de carabineros encargado de la Oficina de Censura de Ciudad Rodrigo, contiene términos injuriosos contra el “Glorioso Movimiento Nacional”. Pouzet, indica la escritora, ingresa en febrero de 1940 en la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta y, tras revisarse su condena, será excarcelada con libertad condicional en enero de 1944.
LA escritora Ascensión Badiola ha seguido la pista de las mujeres republicanas llevadas a prisión durante el franquismo. Entre ellas hay salmantinas. En su libro “Individuas peligrosas”, que se centra en la cárcel de mujeres de Amorebieta entre 1939 y 1947, menciona a Camille María Pouzet, nacida en la localidad francesa de Vichy y domiciliada en La Alberca, donde estaba casada con un salmantino. “Da con sus huesos en la cárcel”, apunta, “por haber redactado en francés una carta que, a juicio del teniente de carabineros encargado de la Oficina de Censura de Ciudad Rodrigo, contiene términos injuriosos contra el “Glorioso Movimiento Nacional”. Pouzet, indica la escritora, ingresa en febrero de 1940 en la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta y, tras revisarse su condena, será excarcelada con libertad condicional en enero de 1944.
Amorebieta, explica Ascensión Badiola en su libro, fue una de las cárceles de la península más duras, junto con la de Saturrarán y, en menor medida con la de Durango. Se convirtió en una de las prisiones de castigo de Franco, “concebida para recluir a mujeres consideradas altamente peligrosas”. Las mujeres se hacinaban allí en el suelo con sus hijos para dormir.
Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales, además de doctora en Historia Contemporánea, en su tesis Ascensión Badiola menciona a otras seis salmantinas. Teresa Muriel Blanco, nacida en Retortillo, era sirvienta y estaba soltera. Fue sentenciada a 30 años de prisión y su pena revisada y rebajada a 6 años. Fue detenida el 25 de julio de 1936 por cuatro guardias civiles y cuatro falangistas por pertenecer a la Casa del Pueblo y estar afiliada a UGT, al ser considerada elemento peligroso. La acusaron de ser madrina de la bandera que en el pueblo había del Partido Socialista, de haber puesto cintas y lazos rojos a las niñas en la escuela al iniciarse el Alzamiento y de haber impedido hablar a propagandistas de Acción Católica.
Consejo de guerra. El 26 de julio de 1936, al ingresar en la prisión de Salamanca, quedó a disposición del comandante militar. El 14 de agosto de 1936 fue puesta a disposición del juzgado militar. El 11 de diciembre de 1936 asistió a consejo de guerra por orden del Juzgado Militar número 4 y fue absuelta por la causa 748/1936, pero quedó a disposición del gobernador militar. El 13 de agosto de 1937 asistió de nuevo a consejo de guerra, por orden del Juzgado Militar número 2 con la causa 1342/1937 y fue acusada de delito de adhesión a la rebelión. Sentenciada a cumplir pena de 30 años, el 21 de marzo de 1938 fue trasladada a la Prisión Central de Saturrarán”, de acuerdo con los datos recopilados por la historiadora y escritora.
De entre las condenadas a 12 años de prisión, Ascensión Badiola ha encontrado a Isabel Montero Sánchez, alias “La Libertaria”, nacida en Robleda (Salamanca). De profesión sus labores, estaba casada y tenía tres hijos. La condenaron tras ser acusada porque su hijo de seis años vestía un jersey rojo con las siglas FAI en el brazo. El 22 de marzo de 1937, por orden del alcalde, fue detenida en su domicilio. El 30 de marzo de 1937 ingresó en la Prisión del Partido de Ciudad Rodrigo por ser considerada “elemento peligroso”. El 2 de junio de 1937 pasó a la de Salamanca y acudió a consejo de guerra el 14 de junio de ese mismo año, donde la sentenciaron a 12 años de prisión, por lo que ingresó el 25 de febrero de 1938 en Saturrarán. En 1943 obtuvo revisión de condena y se la rebajaron 6 años y un día de prisión mayor.
Otra salmantina, Valentina Josefa Huarte Rodríguez, estaba afiliada a la Casa del Pueblo de Béjar. Su marido era el portero. Fue condenada a seis años por tirar en julio de 1936 una pistola al río Tormes, desde lo alto del Puente Nuevo, que Ángel Rivas Vicente había escondido entre unas enredaderas del patio de la Casa del Pueblo. “Por este motivo”, según los datos reunidos por Ascensión Badiola Ariztimuño en su tesis, “ingresó en la prisión de Salamanca, donde quedó a disposición del Gobernador Militar y el Juzgado Militar”. El 4 de noviembre asistió a consejo de guerra y fue condenada a seis años por tenencia ilícita de armas y por exaltación de la rebelión, por lo que ingresó el 25 de febrero de 1938 en Saturrarán. En agosto de 1943 le fue revisada la condena, pero no obtuvo rebaja. En 1944 consiguió la libertad definitiva.
Dos maestras. Tampoco la maestra Leonor Ruipérez Cristóbal, nacida en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) se libró de entrar en Saturrarán. Ingresó en esta cárcel junto con su hermana Encarnación el 25 de febrero de 1938. Fue sentenciada a nueve años de prisión bajo la acusación de tener significación izquierdista, lo que constituía un delito de inducción a la rebelión, según el consejo de guerra que la juzgó. El 23 de febrero de 1938 fue trasladada a la prisión de Saturrarán y en agosto de 1940 le concedieron la libertad condicional. “El historial”, escribe Ascensión Badiola Ariztimuño, “es idéntico al de su hermana Encarnación, también maestra, con la única diferencia de que ésta tenía cinco hijos”.
Segunda Álvarez Gregorio, de 29 años y nacida en Salamanca, fue condenada a tres años y un día porque fue denunciada por una vecina a quien había amenazado con que “tenían que cortarle la cabeza, igual que al general Franco”, pero al no haber testigos no pudo demostrarse la acusación, por lo que solo pudieron acusarla por filiación izquierdista.
En su expediente también constan testimonios de los insultos que dedicaba a los miembros de Falange. Segunda fue nombrada, por buena conducta, auxiliar de capilla y ello la libró de cumplir íntegra su pena. La Dirección General de Prisiones le concedió la libertad en noviembre de 1939, por lo que estuvo en la cárcel un año y nueve meses.
En su expediente también constan testimonios de los insultos que dedicaba a los miembros de Falange. Segunda fue nombrada, por buena conducta, auxiliar de capilla y ello la libró de cumplir íntegra su pena. La Dirección General de Prisiones le concedió la libertad en noviembre de 1939, por lo que estuvo en la cárcel un año y nueve meses.