Rosa Velarde y su hija Rosa Pajuelo en la prisión de Saturraran
La periodista Itxaso Álvarez recopila la información, que recibí de Ana Isabel, en su artículo de El Correo de 2 de diciembre de 2019 sobre Rosa Pajuelo, hija de una presa de Amorebieta, que también estuvo en esa cárcel siendo niña (entró con quince meses) y cuya historia me fue relatada por Ana Isabel Vega, la nieta.
Tanto su abuela, Rosa Velarde Peña, como la madre, Rosa Pajuelo, ambas procedentes de Extremadura, estuvieron en Amorebieta y, posteriormente, en Santurraran y, tras serle concedida la libertad condicional, Rosa tuvo que quedarse en Amorebieta donde hizo amistades. En cualquier caso, tampoco habría podido regresar a su pueblo extremeño de La Haba de la Serena, ya que las liberaciones con destierro conllevaban un informe negativo de las autoridades franquistas locales, por el cual se decía que no querían que la persona recién liberada volviese a residir en el pueblo y debía elegir un destino a más de 250 kilómetros del mismo.
De hecho, Rosa solamente pisó el pueblo para ir a recoger a su hija, que fue obligada a separarse de la madre, en cumpimiento del Reglamento de Prisiones que obligaba a los niños mayores de 3 años a salir de las cárceles para ser dados en adopción, o a algún familiar, o para quedar bajo la tutela del Estado. Según su propio testimonio, ella pudo quedarse hasta cumplir los cinco años.
La abuela de Ana Isabel se quedó en su destino de destierro hasta su fallecimiento en 1971, como tantas otras mujeres que jamás regresaron a su residencia de origen y el castigo añadido de destierro no fue fácil de superar. Sin marido, puesto que tal y como relata Ana Isabel, "A dia de hoy mi abuelo sigue sin aparecer. Está en alguna fosa en un Cerro de Magazela (Extremadura)", sin familia que la ayudase y con cinco hijos a su cargo, Rosa tuvo que pelear duro para sacar la familia adelante, dedicándose a la venta de caramelos y a coser para sobrevivir.
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Pero Ana Isabel no es la única nieta que me ha escrito, a raíz de la publicación de la investigación titulada Individuas Peligrosas, publicada por editorial Txertoa. También la nieta de Teopista Bárcena, de nombre Sonia Trincado, se puso en contacto conmigo. En realidad, ella sólo estaba sorprendida porque mencionase el nombre de su abuela y pusiese un testimonio suyo, que a su vez fue recogido en la investigación publicada por los autores Cardero Azofra y Cardelo Elso y titulada "Yo fui presa de Franco" y me preguntaba cuál había sido la fuente.
La que sí me aportó alguna información aclaratoria de los que fue esta tenebrosa prisión fue una tercera nieta, otra Rosa, esta vez, Carbajal, asturiana.
Ella me contó que su abuela, Josefa Rodríguez Lozana de Cardes, Infiesto (Asturias) habia compartido prisión con la comunista Tomasa Cuevas y, después, falleció en 1944, en la prisión de Adoratrices de Gijon.
Al parecer, la condenaron a sufrir cadena perpetua "por haber ido a Ribadesella con un chico del partido comunista a presenciar la ejecucion de dos mujeres de derechas", además de por su "mala conducta".
Rosa me dice que ella siempre negó lo de Ribadesella y en cuanto a la mala conducta, el ser comunista o afin al comunismo, ya era, de por sí, para el Régimen una conducta pervertida.
Para cuando le concedieron el indulto, ya había fallecido en otra cárcel.
Todo el empeño de Rosa es que se anule dicho consejo de guerra y se reinstaure el buen nombre de Josefa. "Ella no era mala persona, como dicen en los papeles y nunca tuvo mala conducta".