El verano de 1937 coincide con la firma del documento conocido por algunos investigadores como "La rendición de Guriezo", también conocido como Pacto de Santoña por el que a partir del 25 de agosto de 1937 el Euzko Gudarostea o ejército vasco entregó las armas al ejército italiano y fue recluido en el Penal de El Dueso, en Santoña, provincia de Santander, así como en otros edificios que sirvieron de centros de detención en los municipios de Castro, Laredo, antes de que muchos de ellos comenzaran su éxodo a las cárceles bilbaínas para ser ejecutados.
En Santoña, en la playa de Berria los fusilamientos comienzan en octubre de 1937 y son 15 los primeros prisioneros ejecutados de distintas formaciones políticas.
Los campos de concentración creados a partir de ese verano de 1937 para albergar a la ingente masa de prisioneros, las cárceles habilitadas cono el mismo fin, la instauración de los consejos de guerra por el procedimiento sumarísimo de urgencia y los traslados entre cárceles como castigo para los sentenciados se convirtió en el día a día de miles de gudaris y milicianos que experimentaron el horror de la posguerra en el lado de los vencidos.
Así surgieron redes de espionaje y de asistencia para los presos como fue la Red Álava en la que las mujeres tuvieron también su protagonismo durante varios meses antes de ser detenidas y enviadas a las prisiones femeninas creadas al efecto por el Régimen.