¿Qué leer novela o ensayo histórico?


A menudo me pregunto qué leer, si ensayo histórico o novela histórica. El primero puede resultar más difícil de digerir, por tener demasiados datos y carecer del encanto de una buena historia narrativa que nos deleite con ingredientes como el suspense o el aspecto romántico con el que cuentan la mayoría de las novelas y, sin embargo, puedo asegurar que este género literario, si está bien escrito, puede proporcionar al lector una buena ración de entretenimiento, añadido al aliciente que supone aprender sobre algo desconocido. Expertos en este campo como Stephan Zweig o como Barry Strauss, Orlando Figes, John H. Morrow, o Mirta Rosenberg, así nos lo han demostrado.

La pregunta es: ¿Cómo elegir un buen ensayo histórico que nos mantenga interesados hasta el final? ¿En qué consiste este género?

Un ensayo histórico no es un texto descriptivo, sino que aborda un caso específico, asunto o pregunta sobre un tema histórico, en el que el autor expresa su opinión sobre algún suceso de interés. Por lo general, suele contener una comparación entre dos o más fuentes históricas y, en base a ellas, el ensayista explica cuál le parece más acertada. No obstante, la tendencia actual es más investigadora y el texto resultante suele proporcionar información de primera mano, basada en fuentes primarias, es decir, en documentos encontrados en los archivos que desvelan aspectos nunca antes analizados o al menos revisados desde que se contaron de modo oficial. De ahí su enorme interés. 

En este punto, el lector debe permitirme una pequeña autopublicidad: Mi obra titulada Individuas peligrosas analiza la existencia de una prisión de castigo para mujeres republicanas en la posguerra española, un texto inédito para el gran público desconocedor, hasta la publicación de este libro, de la realidad de las prisiones centrales de mujeres como circuito de represión y de reeducación ejercido durante la dictadura de Franco en el comienzo de la posguerra española. De este modo, nos encontramos con un ensayo expositivo en el que se pretende dar a conocer y explicar de forma clara y detallada los pormenores de la que fue una cárcel llamada por las propias presas El cementerio de las vivas.

Ahora bien, supongamos que somos el lector que entra en la librería y quiere elegir un ensayo histórico que posar sobre la mesilla de noche en las próximas semanas, ¿Por dónde empezaríamos?

En primer lugar, debemos elegir un tema que nos resulte atractivo, ubicado dentro de una época o clave histórica: ¿Templarios, guerras mundiales, nazis y Holocausto, historias medievales, el antiguo Egipto, la guerra civil española o el complejo imperio romano, el Stalinismo, el reciente Putinismo?

En segundo lugar, conocer al autor que lo escribe puede ayudarnos a seleccionar en las estanterías de libros un buen texto que nos impresione. Aunque podría encuadrarse en el ámbito de la biografía, el texto Fouché, escrito por Stephan Zweig es siempre una gran elección por su capacidad de análisis tanto del personaje como de la época, claro que hay muchas más. Hay que tener en cuenta que el ensayista que escribe sobre un tema específico aprovecha de paso para explorar sus propias creencias y sentimientos, se plantea preguntas, investiga y profundiza en la revisión de los hechos que expone y manifiesta su opinión, un ingrediente íntimo y personal que enriquece la lectura o la simple exposición del hecho histórico en sí mismo.

En este sentido, la evolución de la figura del ensayista ha evolucionado mucho hasta nuestros días. Los primeros fueron hombres y aristócratas, que escribían para defender sus puntos de vista sobre aspectos sociales o políticos. El más famoso de estos primeros ensayistas fue Michel de Montaigne, nacido en 1533 que escribió sobre filosofía, política y religión. Le siguieron estudiosos de todo tipo, desde hombres religiosos hasta hombres de universidad. Eso sí, apenas se encuentran mujeres en este campo hasta bien entrado el siglo XX y sus obras relegadas a la lectura por un público femenino.

En tercer lugar, me planteo que un buen ensayo narrativo histórico debe proporcionar un relato completo de los hechos en cuestión, así como las consecuencias que estos tuvieron para las generaciones futuras o lo relevantes que fueron para el presente y al hilo de esto, me gustaría aprovechar para presentar mi próximo ensayo histórico titulado El Expolio, publicado por la editorial Txertoa (2022) y restringido al ámbito del País Vasco y Navarra, por las consecuencias que las incautaciones económicas y la represión ejercida sobre el bolsillo del vencido tuvo y sigue teniendo hoy en día sobre los herederos de aquellas familias. 

Este último, es el motivo que me impulsó a escribir la obra que está a punto de ser distribuida en librerías, titulada El Expolio. La represión económica ejercida en el País Vasco y Navarra, una obra que analiza desde la apertura de las cajas de seguridad de los bancos y el traslado de joyas y dinero de los amigos de los sublevados al extranjero durante la guerra hasta la desposesión del dinero de los bolsillos republicanos una vez acabada ésta. El expolio es una mirada hacia atrás para comprender el presente y como desde la clase más alta hasta el obrero fabril o el jornalero más humilde notaron, también en su bolsillo, el desastre que supuso la Guerra Civil. Las necesidades inmediatas derivadas de la contienda se mezclaron a menudo con la represión económica del enemigo, con su correspondiente rosario de incautaciones, expropiaciones forzosas, militarizaciones y sanciones. La represión afectó a ambos bandos, pero la diferencia estuvo en que los vencedores no solo recuperaron pronto lo perdido, sino que pusieron en marcha todo un aparato legal para expoliar sistemáticamente a los vencidos. Un aparato que no estuvo en vigor solo durante la guerra, ni siquiera durante la inmediata postguerra, sino que se prolongó nada menos que hasta 1966, año en que desapareció la Comisión Liquidadora de Responsabilidades Políticas.




Ahora que parece que la democracia está en peligro en el mundo y que la peligrosa sombra de las dictaduras empieza a expandirse, deberíamos mirar hacia atrás para tomar modelos de lo que sucedió y de cómo sucedió. La Historia nos ha dejado miles de ejemplos de que tarde o temprano todo se repite y para evitarlo es imprescindible saber.

Saber es poner remedio o empezar a intentarlo.